Como puede leerse en la cita 1 de la entrada anterior, procedente del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, el arquitecto Juan Cabrera de la Torre construyó en 1911 una iglesia, que junto con la casa preexistente configuraría el edificio conventual. El cuidado en las alturas y en otros elementos hace que el conjunto aparezca desde la calle con un todo, aunque con cierto grado de heterogeneidad, ya que, por ejemplo, la iglesia carece de almenas (primera fotografía superior). Con la construcción de la iglesia se dota al monasterio, como es habitual este tipo de edificios, de dos puertas de entrada: una para la clausura y otra para la iglesia (segunda fotografía superior.) Llama la atención que en semejante obra de reforma se mantuviera la estructura de fachada de vivienda isleña en lo que podríamos denominar la parte laica del edificio, con sus cierros, balcones y almenas, mientras que en la parte ”nueva” se incluyeran elementos que denotan la existencia de una clausura. Así, en la fotografía situada justamente encima del texto pueden admirarse el original balcón con su gran celosía de madera y una “reja con pinchos”, típica de los conventos de clausura de otras poblaciones andaluzas –en Sevilla, por ejemplo, hay muchísimas-, pero única en San Fernando.
Los mosaicos instalados a uno y otro lado de la fachada del conjunto por la “Real, Venerable y Seráfica Esclavitud y Antigua Archicofradía del Santísimo Sacramento, de la Inmaculada Concepción y Ánimas Benditas y Fervorosa Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado y María Santísima de la Trinidad (Medinaceli)” y por la “Venerable, Real y Franciscana Hermandad de la Divina Pastora de las Almas Coronada” (ver fotografías), hermandades de penitencia y gloria, respectivamente, que mantienen una relación especial con el monasterio, señalan de forma simbólica la unidad de los dos lienzos de la fachada de este singular edificio de San Fernando.
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