La casa palacio de Lazaga es uno de los edificios más notables que aún permanece en la calle Real; es uno de aquellos que dieron esplendor a este singular e histórico conjunto urbano, antes de que por causa de la ignorancia de unos y la desidia de otros sufriera un paulatino proceso de destrucción que, comenzando en los años sesenta del siglo pasado, continua incomprensiblemente en la actualidad ante la estupidez e incompetencia tanto de unas anodinas autoridades municipales como de los demás dirigentes políticos locales. Y es un hecho lamentable que ninguno de ellos haya propuesto un plan integral de conservación y restauración de los que aún queda de esta magnífica calle, señas de identidad de la ciudad de San Fernando.
En su fachada principal, la casa Lazaga cuenta con una fila de almenas cuyos pilares forman parte del pretil, teniendo su misma altura. Sin embargo, parece que al que diseñó el conjunto le interesaba señalar la diferencia entre el pretil y los pilares de las almenas y, con este propósito, proyectó tres ranuras en cada uno de ellos para darles verticalidad, en contraste con las líneas horizontales características de los pretiles. Los únicos elementos, pues, que sobresalen verticalmente son seis grandes jarrones con tapas que adornan la parte superior del edificio. Nos encontramos así con un ejemplo de la clase que hemos denominado “almenas con pilares pequeños”. Puede observarse en las fotografías que las tapas de los jarrones tienen un pináculo que culmina en un adorno con forma de piña, también, que en los laterales se hallan adosadas carátulas o máscaras representando personajes con expresiones grotescas: demonios, monstruos o seres mitológicos. Esperemos que esta gran casa, de propiedad municipal, no se convierta en un recuerdo, como ocurrió con la soberbia mansión que contenía la llamada torre de Zimbrelo, que hoy únicamente podemos contemplar en fotos antiguas.
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